En la antigua Grecia, la vida religiosa, la mitología y la literatura eran casi indistinguibles. Algunos de los primeros escritores griegos, como Homero, el casi legendario autor del Illiad y el Odyssey y Hesíodo, poeta griego del siglo VIII a.C. que compuso la Teogonía y Obras y días En este libro se habla de los dioses griegos, como Zeus, Atenea y Poseidón, junto a héroes como Aquiles, semidioses y personajes mitológicos como Heracles y el monstruoso cíclope tuerto.

Posteriormente, destacados dramaturgos griegos de los siglos V y IV a.C., como Esquilo, Sófocles y Eurípides, incluyeron a muchos personajes religiosos y mitológicos griegos en sus numerosas obras.

Así pues, la religión y la mitología griegas eran cosas tangibles en el mundo griego antiguo. Las Tres Parcas o los Moirai son elementos de la mitología griega que aparecen regularmente en muchos aspectos de la cultura helenística.

¿Quiénes eran las Tres Parcas?

Originalmente, las Parcas o Moirai se describían como una sola entidad, que es como las representaba Homero. Sin embargo, en la época en que escribió Hesíodo, varios cientos de años después, habían pasado a entenderse como tres personajes individuales conocidos como las Tres Parcas.

Éstas eran Átropos, Láquesis y Cloto, y se describían como seres sin padre engendrados por Nyx, la encarnación femenina de la Noche.

Colectivamente, el trío era responsable de los hilos de la vida.

Clotho, conocida como "La Hilandera", hilaba el hilo de la vida. Por su parte, Lachesis, a menudo conocida como "La Repartidora", determinaba cuánto tiempo le quedaba a cada ser mortal antes de que Átropos, a quien se suele identificar como la mayor de las Tres Parcas y a la que se denomina "La Inflexible", determinara cuándo se cortaría el hilo de la vida de un ser mortal.

Así pues, las Tres Parcas tenían un importante poder de control sobre la vida de los humanos, decidiendo en gran medida cuánto tiempo viviría una persona y qué forma tomaría su vida terrenal.

Por su papel en el fin de la vida de los mortales, Atropos suele ser la protagonista de los relatos de la mitología griega.

A pesar de estos poderes, las Tres Parcas no eran deidades, sino personificaciones de aspectos de la vida, al igual que las Musas, que personificaban aspectos de la creatividad y la cultura.

Las tres Parcas en la mitología griega

Como resultado de su importante papel en la matriz de la mitología griega, las Tres Parcas ocuparon un lugar central en muchos relatos destacados de la Antigua Grecia. Por ejemplo, en el Odyssey Los Moirai trabajan con la diosa Atenea para forjar el destino de Odiseo en su viaje de diez años de Troya a Ítaca tras la legendaria Guerra de Troya.

En otros casos, parecían actuar por su cuenta en algún relato mitológico. Un ejemplo de ello era Clotho, que ayudó a Hermes, el mensajero de los dioses, a crear un alfabeto para los humanos.

Un relato de la mitología griega en el que el trío ocupaba un lugar destacado era el de Meleagro y la caza del jabalí de Calydon.

Se dice que ocurrió antes de la guerra de Troya y que Meleagro cazó y mató al jabalí de Calidonia, que Artemisa, la diosa griega de la caza, había enviado para aterrorizar a Etolia, al norte del golfo de Corinto.

Meleagro muere al final del relato mítico, un destino que las Tres Parcas habían predicho en la mayoría de las versiones de la historia de la Caza del Jabalí de Calydon.

Este protagonismo dentro de la mitología y la vida religiosa griegas se tradujo en numerosos santuarios y cultos dedicados a las Tres Parcas por todo el mundo griego durante el periodo clásico de la historia de Grecia, entre los siglos VI y IV.

Sus tres templos más importantes se encontraban en Corinto, Esparta y Tebas, tres de las ciudades-estado más significativas del mundo griego.

Las tres Parcas fuera de la mitología griega

Las Tres Parcas no se limitaban a la Grecia antigua, sino que, como tantas otras cosas de la cultura antigua del mundo mediterráneo, la mitología griega fue absorbida por la cultura romana, donde la Parcae era una copia casi exacta de la Moirai.

En este caso, Clotho se convirtió en Nona, Lachesis en Decima y Atropos en Morta. Las Tres Parcas gozaban de mayor reverencia en el sistema romano, en gran medida sujetas únicamente a Júpiter, el equivalente romano de Zeus y, por tanto, el Rey de los Dioses.

Como resultado de esta prominencia de las Parcas en la cultura y mitología helenística y romana, las Tres Parcas ocuparon un lugar destacado en la explosión cultural y artística del Renacimiento en Italia.

Por ejemplo, la obra más célebre del aclamado pintor de mediados del siglo XVI Marco Bigio es Las Tres Parcas que hoy reside en la Villa Barberini de Roma.

Anteriormente, aparecieron como personajes en la obra de Dante Divina Comedia una de las obras literarias más significativas del Renacimiento italiano. Más tarde, cuando el Renacimiento se extendió por el norte de Europa, las Parcas aparecieron en obras tan célebres como la de Peter Paul Rubens Las tres Parcas hilan el destino de María de Médicis .

Por último, esta influencia continuó en el arte barroco y romántico de los siglos XVII, XVIII y XIX, en particular La noche de la alegría de Enitharmon pintado por el polímata artístico británico William Blake, protagonizado por el Moirai y realizado en 1795.

El cuadro, una de las obras más logradas de Blake, cuelga hoy en la Tate Gallery de Londres. Así, las Tres Parcas han permanecido como una constante del legado cultural del mundo antiguo hasta nuestros días.

Fuentes

William Smith, Diccionario de biografía y mitología griega y romana, volumen 2 (Cambridge, 1870), pp. 1109-1110.

B. C. Dietrich, "El giro del destino en Homero", en Phoenix vol. 16, nº 2 (verano de 1962), pp. 86-101; James Duffy, "Homer's Conception of Fate", en La Revista Clásica Vol. 42, nº 8 (mayo de 1947), pp. 477-485; Judith M. Barringer, "Atalanta as Model: The Hunter and the Hunted", en Antigüedad clásica vol. 15, nº 1 (abril de 1996), pp. 48-76.

Svetlana L. Alpers, "Manera y significado en algunas mitologías de Rubens", en Revista de los Institutos Warburg y Courtauld vol. 30 (1967), pp. 272-295; John Sutherland, "Blake: una crisis de amor y celos", en Actas de la Asociación de Lenguas Modernas vol. 87, nº 3 (mayo de 1972), pp. 424-431.